fotografía de Miguel Dimayuga

Beatriz Pereyra

3 de Abril 2017

L as autoridades de la Secretaría de Salud (Ssa) saben que hay un problema con una parte de la carne de res que se consume en regiones enteras de México: está contaminada con clembuterol, pero ocultan sus hallazgos a la población.

Lo saben desde mediados de 2014. En abril de ese año sometieron a un grupo de 42 jóvenes voluntarios a un inusual experimento: los recluyeron en el Centro de Alto Rendimiento de la Ciudad de México y los sometieron a una dieta de hamburguesas de carne de res.

Después de la ingesta, andaban detrás de los voluntarios para recolectar sus muestras de orina. Cada uno entregó, en promedio, 46 de ellas. Ahí, en ese líquido, tendría que estar la clave.

Y sí lo estaba, pero tanto las autoridades de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) como de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) han ocultado los resultados, pese a los daños que esa sustancia ilegal puede causar en los mexicanos.

El estudio se titula “Exposición a clembuterol en sus diferentes fuentes (medicamentos, suplementos y/o alimentos) y su impacto en población específica para determinar los niveles de excreción de clembuterol en orina, así como el comportamiento de los enantiómeros del clembuterol derivados por el consumo de carne que probablemente contiene esa sustancia”.

Los resultados de este estudio, que el gobierno federal se resistió a hacer públicos, son concluyentes: 49% de las casi 2 mil muestras de orina analizadas por las autoridades de salud en ese estudio contienen clembuterol, en algunos casos con concentraciones tan elevadas que los rastros hallados recientemente en el boxeador Saúl El Canelo Álvarez son una cosa de niños.

La pelea que el campeón mundial mexicano sostendría en Las Vegas el próximo 5 de mayo se canceló porque las autoridades encontraron en la orina del atleta 0.6 y 0.8 nanogramos de clembuterol en dos controles que se le realizaron. Un nanogramo es la mil millonésima parte de un gramo.

Las huellas de esa sustancia en algunos de los participantes en los estudios del gobierno mexicano son 600% mayores: 4.9 nanogramos, de acuerdo con los resultados del documento, obtenido por Proceso y Quinto Elemento Lab, mediante solicitudes de acceso a la información.

La Cofepris y la Conade trabajaron en conjunto para realizar una investigación acerca del clembuterol por encargo de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés).

Según fuentes cercanas al estudio, otros países declinaron participar en una investigación así, pues suponía dar a voluntarios alimentos posiblemente contaminados.

El gobierno de México decidió hacer un estudio que llaman “doble ciego”: ni los voluntarios ni los encargados de las pruebas sabían si las piezas de carne tenían o no la sustancia prohibida por la ley.

El estudio fue dividido en dos partes; la primera se realizó en 2014 y la segunda, en 2016. El objetivo fue investigar si había alguna manera de distinguir el consumo deliberado de clembuterol con fines de dopaje del consumo accidental de la sustancia mediante carne contaminada. También se propusieron indagar cuánto tiempo se requiere para que el cuerpo deseche totalmente la sustancia.

La WADA enfrentaba desde 2011 el dilema de qué hacer con los deportistas de México, o los extranjeros que aquí compiten, y qué tan a menudo fallan en las pruebas antidoping por clembuterol.

Los resultados de esa investigación que concluyó en 2016 los conocieron la propia WADA y dos dependencias mexicanas. El gobierno federal los había mantenido en reserva hasta hoy.

Proceso y Quinto Elemento Lab lograron conocer pormenores de cómo se desarrolló el estudio y a qué resultados llegaron, después de docenas de solicitudes de información y entrevistas con personas cercanas a la investigación.

El estudio secreto

P ara realizar el estudio, la Cofepris adquirió 90 lotes de carne magra molida de res de 2.5 kilos cada uno. La compraron en sitios donde ya antes habían detectado carne contaminada o también en localidades donde alguna vez hubo casos de personas intoxicadas con la sustancia. Obtuvieron 11 lotes en la Ciudad de México. En ocho de ellos encontraron clembuterol. Incluso, en uno de los lotes hallaron un muy alto grado de contaminación.

Los investigadores asignaron luego un código a cada lote, para tener registro del origen de cada pieza y qué voluntario la comió.

En el transcurso de varias semanas, los voluntarios consumieron una o hasta tres porciones de carne molida en hamburguesas. Al final, 938 de las 1,916 muestras de orina resultaron positivas a la sustancia. Algunas con concentraciones sumamente elevadas.

Uno de los resultados clave de este estudio contradice lo que altos funcionarios de la Cofepris han asegurado durante años: que un deportista tendría que comer una enorme cantidad de carne contaminada –entre 3.3 y 620 kilos– para reprobar un control antidopaje.

Según consta en los documentos, bastó que los voluntarios comieran entre 250 (una hamburguesa) y 750 gramos (tres hamburguesas) de carne magra contaminada para dar positivo a clembuterol.

Ninguno de los participantes enfermó o tuvo síntomas de intoxicación, dijeron algunos de los voluntarios en entrevista.

Los médicos a cargo del estudio determinaron que fueron necesarias de 140 a 170 horas para que los voluntarios eliminaran por completo este químico, vía orina. El lapso dependió de si comieron sólo una o tres porciones de hamburguesa.

De acuerdo con especialistas que intervinieron en el estudio, los resultados sorprendieron a funcionarios de las dos instituciones participantes, la Conade y la Cofepris, que depende de la Secretaría de Salud federal.

“El problema de verdad es grave”, alertó María de la Salud Rubio Lozano, cuando tuvo a la vista los resultados del estudio. Ella dirige el Laboratorio de Ciencia de la Carne de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.

Recién el año pasado, Rubio Lozano se topó con el clembuterol casi por accidente cuando investigaba en seis estados de la república la venta de carne de caballo haciéndola pasar por carne de res. Como parte de su investigación, sometió a prueba las muestras de carne de caballo y encontró que 93.1% tenía clembuterol.

“Las autoridades, no entiendo por qué, lo niegan una y otra vez. Es verdad que no se muere todos los días alguien, ni hay unas intoxicaciones brutales. Si tú pones esos números, la alerta debería sonarnos a todos en el oído”, dijo Rubio.

El uso de clembuterol para la engorda de ganado comenzó a popularizarse entre productores a mediados de los años noventa, cuando se propagó entre engordadores en México la noción de que, mezclada en el alimento del ganado, este anabólico les permite lograr más kilos de carne magra, en menos tiempo y a un menor costo de producción. En concreto: amplía sus márgenes de utilidad.

Esta sustancia sigue siendo utilizada en algunas regiones del país pese a que está prohibida en México desde 2002 por los daños que causa a la salud animal y humana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los países no utilizarla para este fin. Según la bibliografía médica, puede ser particularmente dañina para quienes padecen problemas cardiacos.

Al término de la primera fase de este estudio, la Conade entregó los resultados del análisis de la orina de los voluntarios a la Cofepris. Y los envió también a la WADA, como una evidencia más de la presencia de carne contaminada.

 


Contra las cuerdas

 

La WADA ya tenía una colección rica de indicios cuando llegaron los resultados del estudio de 2014.

La alerta por el clembuterol se encendió por primera vez en mayo de 2011, luego de que cinco futbolistas de la Selección Nacional dieron positivo poco antes del inicio de la Copa Oro.

No se había disipado aún ese escándalo cuando en octubre de ese año el jefe de los Servicios Médicos de la FIFA, Jiri Dvorak, reveló que 109 de 208 futbolistas de 24 países que participaron en el Mundial Sub 17 reprobaron al antidoping por la misma causa.

Los jugadores estaban concentrados en ciudades del centro, norte y occidente de México. Sólo en cinco selecciones no se detectó clembuterol. Uno de esos equipos, incluso, restringió por completo el acceso a la carne mexicana. Todos los futbolistas de cuatro selecciones dieron positivo a clembuterol.

Por esta alta prevalencia, la FIFA no sancionó a nadie. La WADA aceptó esta resolución como la evidencia de carne mexicana contaminada.

Algo que no revelaron entonces, y que se publicó en 2013 en una revista para público muy especializado, la Drug Testing and Analysis, es que durante el Mundial Sub 17 la FIFA tomó 128 muestras de carne de los restaurantes de los hoteles sede y las envió para análisis al Instituto de Inocuidad de Alimentos RIKILT, en Holanda. Ahí encontraron clembuterol en 30% de las muestras recolectadas en Guadalajara, Ciudad de México, Monterrey, Morelia, Pachuca, Querétaro y Torreón.

Otra evidencia más afloró en 2011. Un grupo de 24 científicos del Laboratorio Antidopaje de Cataluña se reunieron a comer en un reconocido restorán de cortes argentinos al sur de la Ciudad de México, relató Juan Manuel Huesca, médico de la Conade, durante un congreso de medicina del deporte realizado hace dos semanas en el Hospital Juárez de la capital del país.

Estos científicos estaban en México para realizar los controles antidoping de los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Ese día, después del almuerzo, todos entregaron muestras de orina, que luego analizaron en el laboratorio. El resultado fue: 23 muestras con  clembuterol. La única muestra que salió limpia fue aquella del único   investigador que comió pollo; los demás, carne de res. Así lo contó  el subdirector de Ciencias de la WADA, Osquel Barroso, a los asistentes de un seminario de medicina y dopaje realizado en Panamá en febrero último.

 


Un cúmulo de casos

 

Desde 2011 al presente, prácticamente no ha habido año sin pruebas antidoping positivas a esta sustancia.

Las autoridades del deporte realizan pruebas antidoping a los atletas de manera aleatoria, frecuente y sin avisar. Según datos del Laboratorio Nacional de Prevención y Control de Dopaje que opera en la Conade, 485 muestras de orina de atletas mexicanos de 39 deportes olímpicos y no olímpicos resultaron positivas a esta sustancia, entre 2012 y 2016.

Los deportes con más casos de clembuterol han sido futbol (104), futbol americano (58), atletismo (54), basquetbol (42), halterofilia (27), beisbol (26) y taekwondo (26).

Los boxeadores profesionales lo han vivido en carne propia. En 2016, quien falló en el antidoping fue el campeón mundial súper pluma del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), el mexicano Francisco “Bandido” Vargas. Unas semanas antes de exponer su título cenó un caldo de res que le preparó su madre, Guadalupe Peláez, y luego desayunó otro plato justo el día que le realizaron la prueba antidopaje.

Peláez, una médico veterinaria, compró dos kilos de pecho y chambarete en la carnicería La Excelente, en el mercado de Jardines de Aragón, en Ecatepec.

 

Me sentí presionado y acosado por algo que yo no tuve culpa, ni sabía, por el hecho de haber comido mi comida normal, lamentó  Vargas en entrevista.

 

Las autoridades sanitarias han dicho que los deportistas usan el clembuterol para hacer trampa –se le planteó.

Que ellos mismos coman carne y se hagan una prueba para que vean los resultados que arrojan. Cuando voy a competir ya no como carne –respondió el campeón.

En aquel caso, el presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, explicó a la Comisión de Boxeo de California la situación de la carne en México. Vargas no fue sancionado.

Otro pugilista, Luis “Pantera” Nery, salió positivo a zilpaterol, una alternativa al clembuterol que sí está permitida en México pero que debe aplicarse un determinado tiempo antes de la matanza del animal para que la carne que llegue al consumidor no contenga restos de la sustancia.

El 26 de marzo pasado se hizo público que “El Canelo” Álvarez está en el mismo aprieto. Tuvo que cancelar la pelea del 5 de mayo ante Gennady Golovkin. Sus abogados están preparando su defensa. Intentarán convencer a sus interlocutores que comió carne contaminada en México. Lo hará ante la Comisión de Nevada, cuyo director ejecutivo pidió que sea castigado.

 


 Derrota de la Cofepris

 

Juan Manuel Herrera, director de Medicina y Ciencias Aplicadas de la Conade, llevaba meses gestionando un encuentro con directivos de la WADA; buscaba zanjar la discusión sobre si los deportistas se están dopando con clembuterol o la sustancia está en la carne.

La mañana del 29 agosto de 2013, funcionarios de México se presentaron en las oficinas centrales de esta organización en Montreal, Canadá, para hablar con la directiva y con representantes de los máximos organismos del deporte amateur y del futbol mexicano. Entre ellos estaba la comisionada de Evidencia y Manejo de Riesgos de la Cofepris, Rocío Alatorre Eden-Wynter.

Al frente de todos, en la punta de la mesa, se sentó David Howman, entonces director de la WADA, acompañado de Olivier Rabin, director del Comité Científico, y Emiliano Simonelli, el entonces senior manager Jurídico, ambos de la misma organización.

Estuvieron presentes Enrique Bonilla, entonces presidente de la rama de la Primera División, hoy Liga MX, y a quien en 2013 le tocó enfrentar el escándalo de dos futbolistas que dieron positivo por clembuterol. A su lado estaba el médico Rafael Ornelas –ya fallecido– del Comité Olímpico Mexicano.

Frente a Bonilla se sentaron Rocío Alatorre y Patricio Caso Prado, coordinador de asesores del entonces titular de la Cofepris, Mikel Arriola; a su lado derecho, el doctor Herrera.

La reunión se extendió por dos horas y media. Cada uno, la Conade y la Cofepris expusieron su caso. Uno defendió el prestigio de los atletas; el otro, el prestigio de la carne.

Del encuentro, sólo los dirigentes deportivos salieron felices, festejando que, ante las evidencias y el incremento en el número de casos en México, la WADA había aceptado sus argumentos; así lo  contaron fuentes que estuvieron ahí.

Esta reunión dio pie a que la WADA diera su consentimiento a la Conade y a la Cofepris para realizar la investigación con los voluntarios.

Unos meses más tarde, en marzo de 2014, el Comité Nacional Antidopaje informó a WADA que seguiría un protocolo para atender los casos de atletas que resultaran positivo en clembuterol.

Iván Martínez Guerrero, secretario ejecutivo del Comité, le informó por correo electrónico a Thomas Delaye-Fortin, responsable de Asuntos Jurídicos de la WADA, que la Secretaría Salud, la Cofepris y la Conade han investigado el problema del clembuterol en México desde 2011 y que “dichos resultados arrojaron que es un problema de salud pública”. Añadió: “México tiene un serio problema de contaminación de alimentos, específicamente en la carne de res por clembuterol”.

La base de esta aseveración, según Martínez, es un informe de la Cofepris y un análisis estadístico por año, por deporte, por estado de origen de los atletas y tiempo de estancia en determinadas localidades. Las autoridades tienen identificado que la región donde es más severo el problema es el centro del país y los estados del Bajío, añadió.

Lo que el nuevo protocolo del Comité estableció es que los deportistas no serían sancionados cuando se demuestre que la presencia de esta sustancia en la orina obedece a la ingesta involuntaria de carne contaminada (0.55 nanogramos por mililitro de orina). La WADA ya fue informada sobre cada caso.

Parte del protocolo que se sigue desde entonces consiste en enviar una carta a las federaciones deportivas internacionales para explicar el problema. El sustento legal de ese protocolo descansa también en los numerosos casos de atletas mexicanos de deportes de conjunto que dieron positivo a esta sustancia entre 2009 y 2013.

De nuevo en 2017, los resultados de las muestras de orina de atletas mexicanos que fueron analizadas en el laboratorio de Montreal, certificado por la WADA, dan cuenta de la contaminación de la carne.

Rocío Alatorre alega que la presencia de carne contaminada no es un problema que afecte mayormente a la población. Ella  muestra hojas impresas con las estadísticas que año con año genera la Secretaría de Salud. Esa estadística registra sólo los casos de  personas que llegaron con cuadros de intoxicación a pedir ayuda a clínicas y hospitales alrededor del país.  La cifra de intoxicados en 2017 fue de 1.2 personas por cada 100 mil habitantes, menos que los 4.2 registrada hace diez años, pero superior a la tasa de 0.08 que en 2013 reportó el Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica (SUIVE).

Ofrece otra prueba: la Cofepris analizó en ese periodo 2,642 muestras de carne en rastros y puntos de venta. Sólo en 5 % encontraron clembuterol.

 

No es un problema de salud pública porque no nos está llegando gente intoxicada o que sospeches que tiene clembuterol. Ni la Conade ni la WADA tienen autoridad para hablar de si hay un problema de salud pública, dijo Alatorre Eden-Wynter.

 

Según Alatorre, en la reunión de 2013 en Montreal “la Cofepris -el gobierno mexicano- le dio a la WADA la evidencia de que existía un problema que se está atendiendo. Le dio la evidencia de los controles mediante los sistemas de vigilancia. ¿Quieres llevar a cabo un estudio? Con mucho gusto se hace en México”, explicó Alatorre. “Vinieron sus científicos y el gobierno mexicano puso todo el dinero para llevar a cabo un proyecto de enorme complejidad e interés para que la WADA reconociera la rectitud con la que México está atendiendo un problema. Si tú me dices ¿es cero? Te acabo de decir que no. ¿Disminuye? Sí. ¿Necesitamos que sea cero? Sí. ¿Cuándo va a ser cero? No lo sé. ¿Necesitamos seguir controlando? Sí.

¿Los atletas se están dopando y le echan la culpa a la carne? –se le pregunta.

No sé qué está pasando con los atletas. Lo desconozco.

¿Es importante hacer un estudio en la población para saber cuántas personas tienen clembuterol en el cuerpo sin saberlo?

Si hicimos algo tan complicado como este estudio, el otro es potencialmente más sencillo. Por lo pronto, podemos hacer un piloto que nos vaya dando luz

dice la funcionaria.

En 2016 se realizó la segunda fase de la investigación sobre el clembuterol y en ella participó el Instituto Nacional de Nutrición, dependiente de la Secretaría de Salud. Esta vez, a un grupo de 20 voluntarios sanos les dieron a tomar una tableta del medicamento Spiropent, que contiene 20 microgramos de clorhidrato de clembuterol.

La Cofepris se rehusó a entregar los resultados de esta segunda fase y los clasificó como reservados por tres años, bajo la explicación de que la investigación no ha concluido y que su divulgación “puede menoscabar la conducción de las negociaciones y relaciones internacionales”.

En el documento que contiene el protocolo de investigación, se lee: “A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades, en México continúan identificándose productos cárnicos contaminados con clembuterol en algunas regiones del país, situación que resulta en la posibilidad de que pruebas antidopaje positivas con límites de detección sensibles puedan deberse a prácticas de dopaje o tratamiento con medicamentos que contienen la sustancia, o bien, al consumo de carne contaminada con clembuterol”.

Según las fuentes consultadas, aún no existe un método científico que permita distinguir, sin lugar a dudas, los casos de dopaje de los de ingestión involuntaria de clembuterol por alimentos contaminados.

Eso podría derivar en casos de dopaje no sancionados o deportistas que resulten con castigos sin haber consumido ninguna sustancia ilegal de manera deliberada.

Alatorre dijo que no conoce las conclusiones de la investigación y que le corresponde a la WADA presentar. A ella, dijo,  le corresponde vigilar la salud de la población abierta.

Por otra parte, la Cofepris declaró “clasificada y reservada” toda información relativa a los establecimientos que vendieron la carne contaminada para el primera fase del estudio de Cofepris y Conade, de 2014.

Justificó en su respuesta que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) convalidó que esa información contiene “secretos comerciales que si se hacen públicos, le ocasionarán un daño a la economía del país”.

En otra respuesta a una solicitud de Transparencia, la Cofepris declaró como “inexistente” toda documentación relativa a las acciones que realizó cuando supo que había comprado, con recursos del gobierno federal, carne contaminada con clembuterol.

Alatorre aseguró en entrevista que sí ordenó proceder contra dichos lugares. La funcionaria federal dijo que realizaron operativos en 20 locales de diez mercados y en siete carnicerías, para identificar los rastros en los que se sacrificó el ganado y a los productores que los engordaron con clembuterol.

“Es información reservada porque afectamos…”, soltó.

¿A quién? –se le pregunta.

No sé. Datos del particular: cómo está dado de alta ante Hacienda, dónde está ubicado…

¿Es más importante proteger al que vende la carne contaminada que informarle al ciudadano que la está comprando? –se le cuestionó.

No sé cuál es tu conclusión –respondió Alatorre.

No estoy concluyendo, estoy preguntando.

Una vez que supimos esto, se hicieron acciones. Ya te dije siete veces que las tiene otra área de la Cofepris, la Comisión de Operación Sanitaria.

 

* * *

*Beatriz Pereyra es reportera de la revista Proceso. El suyo fue uno de los cuatro proyectos seleccionados en 2017, en la 1ª Convocatoria de proyectos de investigación de Quinto Elemento Lab.

Esta investigación tuvo el patrocinio de:

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